La crisis silenciosa de los videojuegos: entre el deseo y la decepción

La crisis silenciosa de los videojuegos: entre el deseo y la decepción



Así como ocurre en el cine y la música, en la industria de los videojuegos siempre nos situamos en una dualidad: el deseo incipiente de comprar el juego o, directamente, utilizar la ayuda de algún joven programador que lo libere.

Pero, ¿cómo inició esta gran oleada? ¿Fue producto de un vacío legal?

El abuso hacia los consumidores


El abuso hacia los jugadores se refleja desde los precios desorbitados hasta las falencias constantes de estudios conocidos. Es tan común en esta industria conocer las debilidades de cada desarrolladora, que ya a nadie se le frunce el ceño al ver juegos publicados por 60 dólares llenos de bugs (sí, Bugisoft, hablamos de ti) o franquicias que explotan su propio nombre sin ofrecer grandes diferencias.

(Incluir videos que muestren cómo Call of Duty usa las mismas animaciones una y otra vez.)


Y Activision no se queda atrás. La pérdida en el mercado frente a Battlefield los ha obligado a reducir en un 80% el tamaño de su juego. Quizás, en el fondo, saben que será el primero en ser eliminado de muchos discos duros por sus casi 200 GB.


Cuando el arte se reemplaza por la fórmula


Hace años se nos presentaban verdaderas obras de arte, títulos que con el paso del tiempo siguen tan vigentes como el primer día. La atención al detalle de Red Dead Redemption 2 o la jugabilidad continua de The Last of Us demuestran que la industria avanza… pero no todos al mismo ritmo.

Hay estudios y estudios. Sin embargo, la mayoría —y los más vendidos— se basan en la reutilización. Me niego a creer que juegos con guiones mediocres sigan vendiéndose en masa y generando expectativas.


Las traiciones de las grandes desarrolladoras

Las traiciones por parte de los estudios dejan un vacío en muchos jugadores que, ilusionados, reservan sus juegos con “paquetes premium”, “cartas exclusivas” y hasta un regalo físico. Pero no, señores: eso es solo uno de los muchos malestares que afectan al mundo gamer, y explica por qué, pese a las quejas, los jugadores siguen igual.


El engaño del hype y los downgrades

Los constantes downgrades cuando el hype está en su punto máximo son otro síntoma. Veamos el caso de Blizzard-Activision y su franquicia Watch Dogs: el primero fue pasable, pero no podemos ignorar el gigantesco downgrade que se mostró en la famosa Comic-Con.


La realidad chilena del mundo gamer


En Chile, la cultura gamer —aunque sigue en auge— continúa siendo de nicho. Año tras año, el Festigame (o Fest Game) trae actores de segunda o tercera categoría. Lo más destacable de los últimos años fue la visita de Giancarlo Esposito, quien estuvo apenas 30 minutos en el escenario, seguido de una sesión de fotos… pagadas.


Gabe Newell y la visión del buen servicio

Aun así, no todo está perdido. Así como existen “demonios vengativos” en la industria, también hay desarrolladores que comprenden el dolor de los jugadores e intentan convencerlos de no caer en la piratería.



Gabe Newell lo dijo: “El pirateo existe porque el servicio es malo.” Y si lo analizamos en estadísticas, podemos ver que tiene razón. Steam es el mejor ejemplo: un buen servicio reduce la piratería.

(Mostrar datos de cómo las ventas de Steam crecieron al mejorar la experiencia de usuario.)

El valor de los estudios independientes


Por otro lado, los estudios independientes —con equipos reducidos, sin contar los que abandonaron por falta de capital o problemas personales— son los que realmente establecen los altos estándares que las empresas multimillonarias deberían seguir.

¿Habrá un cambio real en la industria?

¿Esto algún día cambiará? Difícil, considerando el panorama actual: juegos que no valen ni 5 dólares se venden a 40, y aun así incluyen parches anti-piratería. Borderlands fue uno de los más recientes en presumir mejoras contra la piratería, pero ni siquiera la comunidad que crea esos parches y *cracks 

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